Pero sobretodo por fin se va a casa él, el antipatico Raymond Domenech, con sus manías, con sus ideas raras sobre el fútbol y la astrología. Después de Trezeguet, otro jugador francés de talento como Gourcuff pagó los roces con el técnico francés. Y parece absurdo pero luego el destino siempre dió la razón al entrenador. Trazeguet jugó aquella final fallando un penalti que luego fue decisivo y contra Sudáfrica el ex milanista fue expulsado en el partido más importante.
Entre todos los jacobinos que participaron a la revolución pagó el capitán Evra, derrotado en el banquillo el día del partido decisivo. Y menos mal que ya no está la guillotina porque después de la pelea con el preparador físico Valentin, el lateral del Manchester United estuvo a punto de convertirse en el nuevo Robespierre.
En un clima surrealista de todos contra todos, la segunda Revolución francesa intentará llegar rapidamente a la Restauración, ya que ahora mismo sin duda, está pasando por el Terror.
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