venerdì 28 maggio 2010

Decepción

Como dije hace tiempo Mourinho nunca me gustó demasiado. Los aficionados del Inter vivieron un sueño en esta temporada donde el héroe José podía solucionar cualquier cosa. Pero todo estaba preparado, como en una pelicula, y como la tragedia de más exito, Mou luchó, emocionó, sufrió y cuando todos ya se habían enamorado de él, se marchó.

Casi como en una historia de amor, cuando estas loco para conseguir algo que se te rehuye y en el momento en que por fin lo tienes ya se te ha pasado y buscas algo diferente. O peor, cuando solo quieres conseguir ese amor para demostrar que eres capaz de lograrlo todo pero al final nunca te importó nada de él.

Como en un papel rebuscado y concertado, Mou preparó perfectamente su personaje, un héroe dramatico que bien se casaba con las necesidades de un equipo sentimental, que buscaba una emoción como la del pasado sábado. Como el protagonista de un drama de teatro, se puso el mundo en contra, animó a la prensa y a los adversarios para que despotricaran contra su equipo, convirtiendolo en uno de los más odiados de la Serie A, quitando ese papel a la Juve que lo detenía desde hace décadas. De su éxito como comunicador, una trampa para millones de aficionados, el estratega portugués se reía, sin ningun respeto por esa gente que no se esperaba un final tan indecoroso.


Se acabó la Champions, y tras las lagrimas Mou ya pensaba en el dinero de Florentino, a otra experiencia con una ambición bien clara y nunca escondida. Tal vez para una sentimental como yo algo así seguirá siendo inexplicable, pero admito que hasta el último segundo esperé que esto no pasara, que aún se podía elegir con el corazón y que esas lagrimas eran de verdad.

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